ENTRETENIMIENTO NOCTURNO EN
GUAYAQUIL
Cae la tarde y Guayaquil sigue
brillando con la misma intensidad. La ciudad no se apaga con la llegada de la
oscuridad, al contrario, resplandece. Es como si se descubriera una nueva urbe,
una que se disfruta solo cuando el sol se ha ido.
Las luces reflejadas en el estero dan
un ambiente romántico al paseo por el Malecón del Salado, como solían apreciar
nuestros abuelos, pero con un nuevo paisaje: el puente del velero iluminado y
la fuente de aguas danzantes han llenado de vida la noche guayaquileña.
En el centro, la gran catedral luce
diferente. Con las luces se puede apreciar sus detalles arquitectónicos propios
del estilo neogótico.
Un par de calles más arriba, el
Palacio Municipal luce imponente y es sin duda una de la edificaciones más
hermosas del paseo nocturno guayaquileño.
La Plaza de la Administración y el
monumento a la Fragua de Vulcano lo dividen del edificio de la Gobernación del
Guayas.
Dentro del Malecón 2000 se encuentra
la antigua Torre Morisca que alberga al reloj municipal, cuya campana volvió a
sonar a inicios de este mes.
Como si fuera una postal, tiene de
fondo las orillas del río, allí Simón Bolívar y San Martín reciben a los
visitantes en La Rotonda, donde las familias se reúnen para disfrutar del clima
fresco de la noche guayaca, propia del mes de julio.
Regresando a los primeros años de la
cuidad, en el Cerro se respira historia, sus balcones y calles empedradas como
la Numa Pompilio Llona, estas lo trasladarán al pasado.
El movimiento de la gran cosmopolita
llevan a uno a las escalinatas Diego Noboa. En ellas se aprecia el ir y venir
de los transeúntes que buscan diversión, música y tertulias. Aquí es donde se
calienta la noche guayaquileña,